VALERIO ¿Cómo, encantadora Elisa, os ponéis melancólica después de las halagadoras seguridades que sobre vuestro sentimiento habéis tenido la bondad de darme ? ¡Ay, os veo suspirar en medio de mi dicha ! ¿Es que lamentáis, decidme, haberme hecho feliz, y os arrepentís de este compromiso, o mi pasión ha podido contrariaros ? ELISA No, Valerio, no puedo arrepentirme de nada de lo que hago por vos. Me siento arrastrada a ello por una fuerza demasiado dulce y ni siquiera tengo energías para desear que las cosas no ocurrieran así. Pero, para seros sincera, me inquieta su resultado ; y temo mucho amaros algo más de lo que debería. VALERIO Oh, Elisa, ¿qué podeis temer por las bondades que tenéis para conmigo ? ELISA ¡Ay, cien cosas a la vez ! El enojo de un padre, los reproches de mi familia, las censuras del mundo ; pero más que todo la inconstancia de vuestro corazón, Valerio, y esa criminal frialdad con que los de vuestro sexo pagan muy a menudo los testimonios demasiado ardientes de un inocente amor.